Que son y que propiedades tienen los micronutrientes en las plantas.
Los micronutrientes reciben su nombre no por que no sean importantes en la nutrición vegetal sino por que aún siendo tan importantes como los macronutrientes, las plantas los demandan en cantidades pequeñas.
- Qué son los micronutrientes.
- Cuáles son los principales micronutrientes para las plantas.
- Cálculo de soluciones fertilizantes de micronutrientes.
Qué son los micronutrientes.
Son elementos de la tabla periódica los cuales son absorbidos en cantidades mínimas por las plantas para cubrir sus necesidades y cuya deficiencia produce serios trastornos a estas. A mitad del siglo XIX Liebig propugna el principio de la nutrición mineral de las plantas en el cual ya reconoce que una nutrición mineral completa y equilibrada requiere del aporte de todos los nutrientes esenciales, tanto macronutrientes como micronutrientes, en las cantidades adecuadas.
“La Ley del mínimo o Ley de Liebig establece que el rendimiento de un cultivo viene determinado por el elemento nutritivo que se encuentra en menor cantidad; además, un exceso en cualquier otro nutriente no puede compensar la carencia del elemento nutritivo limitante.”
No es hasta la mitad del siglo XX que, debido a las limitaciones de desarrollo de los cultivos debido a deficiencias de los macronutrientes, empieza el desarrollo de formulaciones de fertilizantes que incluyen micronutrientes, o formulaciones exclusivas de estos, en especial la de los metálicos (Fe, Mn, Z y Cu).
Cuáles son los principales micronutrientes para las plantas.
Elementos esenciales.
Forma parte de muchos complejos orgánicos en los que tienen lugar los procesos de oxido-reducción de la planta. Su contenido sobre materia seca oscila entre 90-110 ppm. La forma de absorción por las plantas es en forma de catión ferroso (Fe+2) teniendo que ser la forma férrica (Fe+3) previamente reducida para poder ser absorbida. Los quelatos de hierro (un quelato es un compuesto químico en el que una molécula orgánica se enlaza por varios puntos a un ion metálico y lo hace más estable) impiden la inmovilización en el suelo, pero su asimilación por la planta es más lenta ya que una vez dentro esta tiene que separar el ión metálico de la molécula quelante. El hierro es inmóvil en la planta por lo que esta debe de enviarlo continuamente a los nuevos tejidos mediante flujo floemático. La deficiencia se muestra como una clorosis internervial (en los casos más graves amarillean incluso los nervios) en las partes nuevas de las plantas debido a su escasa movilidad. Algunas plantas son más sensibles que otras, como los cítricos, la vid, el melocotonero las ornamentales y tomate. La toxicidad se produce en suelos encharcados debido al proceso de reducción de este y los síntomas son machas marrones en las hojas más viejas que progresan secando la hoja. Se antagoniza con otros cationes como el cobre, el zinc y el manganeso.
Forma parte de los complejos enzimáticos sustituyendo en muchas ocasiones al magnesio y participando en procesos de gran importancia para la planta como la fotosíntesis, la síntesis de la molécula de la clorofila y el metabolismo de los hidratos de carbono. El contenido seco en manganeso está entre 20 y 200 ppm. La forma de absorción de las plantas es Mn+2. Es un elemento poco móvil en la planta por lo que esta debe de enviarlo continuamente a los nuevos tejidos mediante flujo floemático. Los síntomas de deficiencia de manganeso son muy parecidos a los de magnesio y se muestran como una clorosis internervial (la conocida como “raspa de pescado”) y las especies más sensibles son los cítricos, lechuga, espinaca, guisante, melocotonero, patata, remolacha, sorgo, avena y trigo. La toxicidad aparece como manchas marrones en las hojas más viejas y una distribución desigual de la clorofila. Se antagoniza con el magnesio y los encalados de los suelos.
Al igual que el manganeso y el magnesio, el zinc forma parte de los complejos enzimáticos. El contenido seco en zinc está entre 90 y 100 ppm. La forma de absorción de las plantas es Zn+2. Se acumula en la corteza de la raíz dependiendo su absorción de la temperatura. Los síntomas de deficiencia de zinc son muy parecidos a los de magnesio y se muestran como una clorosis internervial y una disminución en el crecimiento de las hojas jóvenes. Las especies más sensibles son las judías, el maíz, la cebolla y el sorgo. La toxicidad se manifiesta como una disminución en el desarrollo del sistema radicular y de las hojas nuevas, seguido de una clorosis. Se antagoniza con el hierro, el manganeso, el cobre y el magnesio.
Forma parte de los complejos enzimáticos y participa en el proceso de transferencia de electrones en la fotosíntesis. El contenido seco en cobre es una de los más bajos y está por debajo de 20 ppm. La forma de absorción de las plantas es Cu+2. Su absorción es activa y no es afectado por otros cationes, pero él si interfiere con los demás, sobre todo con el zinc. Es relativamente móvil dentro de la planta. Los síntomas de deficiencia de cobre se muestran como una clorosis y un acortamiento de los entrenudos y las especies más sensibles son la alfalfa, la lechuga, espinaca, cítricos, avena, trigo y sorgo. La toxicidad se manifiesta como una disminución en el desarrollo del sistema radicular seguido de una clorosis similar a la causada por una deficiencia de hierro.
Su principal papel lo desempeña en el proceso de reducción de los nitratos y en el proceso de fijación del nitrógeno atmosférico en rizhobium. El contenido seco en molibdeno suele ser de 1 ppm, pero en ciertas plantas se han dado concentraciones infinitamente superiores sin mostrar signos de toxicidad. La forma de absorción de las plantas es en forma de ión molibdato MoO4-2 y se cree que su forma de absorción es activa. Se antagoniza con el anión sulfato. Es relativamente móvil dentro de la planta. Los síntomas de deficiencia de molibdeno son similares a las de nitrógeno: clorosis generalizada de la planta comenzando por las hojas viejas y una marcada reducción en el crecimiento. Las especies más sensibles son las coles, la lechuga, espinaca, cebolla, remolacha y cacahuete.
Su principal papel es en la síntesis del RNA y en el trasporte floemático de los azúcares; también influye en la síntesis proteica. La forma de absorción de las plantas es en forma BO3-3 y BO4O7-2 y su forma de absorción es pasiva a través del flujo del xilema. Es inmóvil vía floema. Los síntomas de deficiencia de boro son un retraso en el crecimiento, y una clorosis irregular; en casos de deficiencia severa la yema apical muere. En el suelo se comporta como el fósforo. Las especies más sensibles a la deficiencia son las brásicas, la alfalfa y el apio. La toxicidad se manifiesta como un amarilleamiento del ápice de las hojas que termina en necrosis apical y esta necrosis progresa hasta el centro del limbo; son especies sensibles a un exceso de boro los cítricos, el melocotonero, la viña y la higuera.
Su principal papel junto con el potasio está ligada al llenado y vaciado de las células oclusivas del estoma y, por tanto, en la regulación de la transpiración y la fotosíntesis. El contenido sobre materia seca oscila entre un 0,2 y un 2%. La forma de absorción de las plantas es en forma Cl– y su forma de absorción es pasiva a través del flujo del xilema. Es móvil vía floema. Se antagoniza con los aniones nitrato y sulfato. Dado lo escaso de sus necesidades es muy difícil ver sintomatologías de carencia de cloro. La toxicidad se manifiesta, al antagonizarse con el nitrato, en una reducción generalizada en el crecimiento de la planta y más tarde en una quemadura del ápice de las hojas con la posterior caída de estas. Las especies más sensibles son los cítricos, el maíz, el tomate y la espinaca.
Hasta hoy en día no ha sido considerado como un elemento esencial para las plantas, pero experimentos recientes han demostrado muchas propiedades beneficiosas.
Elementos no esenciales.
El sodio está involucrado en procesos de apertura y cierre del estoma, pero puede ser reemplazado por el potasio.
El vanadio interviene en procesos de oxido reducción y promueve la síntesis de la clorofila.
Por último, el cobalto interviene en procesos de fijación del nitrógeno atmosférico por parte de las bacterias fijadoras.
Cálculo de soluciones fertilizantes de nutrientes.
A continuación, paso a describiros como hacer un equilibrio que a mi me ha dado muy buenos resultados tanto con hortícolas como con ornamentales:

La forma de obtenerla es la siguiente:
Hierro (Fe): si partimos de un quelato de hierro al 6% necesitaríamos aportar 2,24 x (100/6) = 37 gramos por m3 de riego.
Boro (B): partiendo de bórax al 10% necesitaríamos aportar 0,224 x (100/10) = 2,24 gramos por m3 de riego.
Molibdeno (Mo): partiendo de molibdato de sodio al 40% de molibdeno necesitaríamos aportar 0,096 x (100/40) = 0,24 gramos por m3 de riego.
Cobre (Cu): partiendo de sulfato de cobre al 25% de cobre necesitaríamos aportar 0,128 x (100/25) = 0,51 gramos por m3 de riego.
Manganeso (Mn): partiendo de sulfato de manganeso al 32% de manganeso necesitaríamos aportar 1,28 x (100/32) = 4 gramos por m3 de riego.
Cinc (Zn): partiendo de sulfato de zinc al 23% de cinc necesitaríamos aportar 0,192 x (100/23) = 0,83 gramos por m3 de riego.
Silicio (Si): partiendo de un ácido ortosilícico al 30% de silicio necesitaríamos aportar 0,01 x (100/30) = 0,03 gramos por m3 de riego.
Si alguno de los formatos de los productos fuera líquido (el ácido ortosilícico) bastaría con dividir los gramos resultantes por la densidad del producto para obtener los mililitros a aportar.