La Protección Integrada es una forma de hacer una agricultura sostenible y se caracteriza por priorizar el control biológico y natural de las plagas y las prácticas culturales más adecuadas, limitando al mínimo el uso de los plaguicidas químicos.

 

  1. La problemática del uso de los plaguicidas
  2. Evolución de la lucha contra las plagas
  3. Que es la protección integrada

 

La problemática del uso de los plaguicidas

Desde los años 40 y hasta la década de los 70 del siglo XX se produjo en todo el mundo un aumento del uso de los plaguicidas químicos, lo que llevo a la aparición del concepto “espiral de tratamientos” como ya vimos en el último artículo dedicado a la lucha biológica, de tal manera que si la incidencia de las plagas a finales de la década de los 80 del siglo XX se había multiplicado por dos, el uso de plaguicidas químicos lo había hecho por 10. Un dato significativo es que en el año 2002 el volumen de negocio de los plaguicidas en todo el mundo rondaba los 25.100 millones de dólares. En España esa cifra era de más de 636 millones de euros, concentrándose las dos terceras partes de esa cantidad en cuatro provincias: Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía.

Los efectos del uso de plaguicidas pueden ser de dos tipos:

  1. Efectos directos.
    1. Costes económicos. Los costes de los propios productos, así como los costes de la aplicación de los mismos que incluyen la mano de obra, la amortización de la maquinaria y el consumo de combustibles fósiles.
    2. Costes en materia de salud. Las personas encargadas de la aplicación de los productos sanitarios están expuestas a accidentes e intoxicaciones que requieren de una serie de revisiones médicas periódicas, bajas laborales, etc.
    3. Coste en analíticas de control. Anualmente se hacen miles de analíticas alimentarias con el fin de detectar residuos de plaguicidas.
    4. Costes de las acciones formativas de los aplicadores. Las personas encargadas en la explotación de la aplicación de productos fitosanitarios deben de hacer un curso para obtener el carnet de manipulador de productos fitosanitarios.
    5. Costes derivados de posibles contaminaciones. Las capas freáticas pueden resultar afectadas por estos productos lo que requiere de acciones descontaminantes.
    6. Costes derivados de la necesidad de que existan funcionarios públicos que realicen controles periódicos.
    7. Costes derivados de la restauración de los equilibrios biológicos que hayan podido resultar alterados por la aplicación de este tipo de productos.
    8. Costes derivados de la eliminación de los envases.
  2. Efectos indirectos.
    1. Adquisición de resistencia por parte de las plagas. El uso continuado de un mismo producto o de otro perteneciente al mismo grupo químico y por lo tanto con el mismo mecanismo de acción sobre la plaga hace que el producto vaya perdiendo eficacia progresivamente hasta que no resulte efectivo. Esto se produce principalmente en organismos con gran capacidad multiplicativa; en un momento determinado y debido a una mutación genética originada al azahar aparece una población resistente a un determinado químico. Si seguimos aplicando dicho producto solo eliminaremos los individuos que no tienen la mutación haciendo que surja una nueva estirpe resistente entorno a esa mutación. Esta alteración genética puede estar presente incluso antes de empezar con las aplicaciones del producto y depende de las características genéticas del organismo, del número de generaciones anuales y la tasa reproductiva de cada generación, del grado de aislamiento de las poblaciones del organismo (cuanto más aislado más fácil es que aparezca la resistencia) y de la movilidad y forma de alimentarse del organismo. Existen tres tipos de resistencias:
      1. Resistencia simple es cuando el patógeno presenta resistencia a un solo plaguicida que es al que ha estado expuesto.
      2. Resistencia cruzada ocurre cuando un patógeno presenta resistencia a varios plaguicidas y puede pasar por que los plaguicidas presentan el mismo modo de actuación o el patógeno tiene el mismo mecanismo de defensa.
      3. Resistencia múltiple es la más peligrosa y ocurre cuando el patógeno presenta resistencia a varios plaguicidas con diferentes mecanismos de actuación debido a que la plaga tiene distintos mecanismos de defensa.

La resistencia puede aparecer tanto en insectos como en ácaros y hongos y el riesgo de que aparezca es proporcional al grado de exposición al plaguicida. La plaga puede ser resistente a un plaguicida en una determinada zona geográfica y no serlo en otra.

Los mecanismos de defensa de las plagas frente a los plaguicidas pueden ser de dos tipos:

  • Metabolismo resistente, debido a la existencia de enzimas que detoxifican el tóxico antes de que alcance el lugar de acción dentro del organismo del patógeno.
  • Modificación genética del lugar del organismo del patógeno, donde actúa el tóxico, haciendo lo insensible a este.

            2. Intensificación de los ataques por parte de las plagas. También conocido como “resurgimiento de la plaga” es debido principalmente a tres factores:

  1. La eliminación de los depredadores naturales por el plaguicida.
  2. Trofobiosis. Ciertos plaguicidas pueden inducir cambios en la fisiología de la planta, bien nutricional u hormonal, que la hacen más apta y apetecible al desarrollo de la plaga que al del enemigo natural. Como ejemplo están los aportes de fósforo y azufre.
  3. Hormoligosis. Ciertos plaguicidas pueden estimular directamente al organismo plaga, bien nutricional u hormonalmente y esto suele ocurrir a dosis subletales del plaguicida.
    1. Aparición de nuevas plagas. Casi todas las plantas tienen organismos que, aunque pueden ser considerados como dañinos, el daño que producen es menor que el coste resultante de realizar intervenciones contra ellos y esto es debido a que los enemigos naturales ejercen un eficiente control sobre ellos; son las denominadas plagas secundarias. Pero el uso indiscriminado de plaguicidas hace descender los niveles poblacionales de estos enemigos naturales convirtiendo a estos organismos, que a priori no eran considerados como plaga, en un problema real.
    2. La contaminación ambiental. Cuando aplicamos un plaguicida sobre un cultivo no todo es retenido por las plantas; parte se va al suelo, otra parte sufre deriva, otra se evapora, etc. Los ensayos de Willis y McDowell en 1987 al respecto daban como resultado que en una aplicación terrestre la cantidad de plaguicida interceptado por la masa vegetal era de un 62+/-27% en aplicaciones terrestres y de un 45+/-20% en aplicaciones aéreas y de estas cantidades solo se aprovecha la parte que incide directamente sobre el patógeno objeto del tratamiento, degradándose la mayor parte del plaguicida y contribuyendo a la contaminación ambiental. Esta contaminación afecta a la atmósfera, al suelo y a las aguas superficiales y subterráneas. Esta contaminación del medio puede trasportarse a lugares alejados de las zonas de aplicación de los plaguicidas. Si la contaminación entra en la cadena trófica y si el tóxico no es metabolizable se va acumulando en el organismo que los ingiere.
    3. Residuos en los alimentos. Las analíticas alimentarias indican que, aunque gran parte de los alimentos presentan residuos de plaguicidas esto no resulta importante en temas relacionados con la salud debido a la fijación por parte de los organismos competentes de los denominados “Límites máximos de residuos” (LMR). Sin embargo, la presencia de estos residuos es causa de serios problemas a la hora de comercializar los productos entre países.
    4. Problemas de fitotoxicidades. Este problema se debe principalmente a uso de herbicidas y puede ser debido a diferentes causas:
        1. Falta de tolerancia del cultivo en cuestión a la materia activa.
        2. Exceso de dosis.
        3. Mezcla de varios productos.
        4. Mal estado de la formulación.
        5. Estado fenológico de la planta.
        6. Condiciones medioambientales.
    5. Impacto sobre las abejas y otros insectos polinizadores. Los que tienen más impacto son los insecticidas, seguidos de los fungicidas y los herbicidas. Así mismo la forma de aplicación también influye siendo los más peligrosos los espolvoreos y las aplicaciones a ultrabajo volumen. También hay que tener en cuenta la época de aplicación y el momento del día siendo lo más recomendable no aplicar en época de floración y hacerlo a la caída de la tarde cuando las abejas están en el interior de las colmenas.

 

Evolución de la lucha contra las plagas

Todo lo visto anteriormente ha llevado a la humanidad a reconocer que los plaguicidas son un medio muy útil en el control de plagas, pero su uso debe ser racional para minimizar el riesgo de que puedan ocurrir los efectos indeseables vistos en el apartado anterior. Por todo ello y hasta llegar al concepto de Protección Integrada la lucha química ha pasado por varias fases:

  1. Lucha química indiscriminada. Fue lo acaecido en la década de los años 40, 50 y 60 del pasado siglo XX y estaba basada en mantener continuamente protegido al cultivo mediante el uso de plaguicidas de amplio espectro y bajo un calendario fijo de aplicaciones.
  2. Lucha química aconsejada. Se siguen usando plaguicidas de amplio espectro, pero ya no se sigue un calendario fijo de aplicaciones, sino que se siguen las recomendaciones de ciertos organismos oficiales (Estaciones de Aviso). Se sigue el ciclo biológico de las plagas para realizar la aplicación en el momento oportuno y fuera de este momento no se actúa. En el caso de las enfermedades causadas por hongos se actúa cuando las condiciones climatológicas son las idóneas para la aparición de un determinado patógeno y el estado fenológico de la planta es sensible. Esto supone una reducción en el número de aplicaciones con respecto a la lucha indiscriminada.
  3. Lucha química dirigida. Se cuida la elección del plaguicida eligiendo los menos tóxicos y los que tienen menos repercusión sobre el medio ambiente y especialmente los que son más respetuosos con los enemigos naturales de las plagas y estos solo se usan cuando se alcanza el Umbral Económico de Daño (UED), es decir cuando los daños que puede causar la plaga son superiores al coste del tratamiento. Para los hongos se siguen usando modelos basados en la climatología y en el estado fenológico del cultivo. Exige cierta formación por parte de los agricultores y estos trabajan en consonancia con técnicos especialmente formados.
  4. Producción Integrada. Engloba todas las mejoras que se han ido sucediendo en las fases anteriores, es decir, solo se trata en los momentos oportunos y si se ha superado el UED, se eligen los plaguicidas de menos impacto ecológico y toxicológico y aparte introduce el concepto de que el plaguicida solo es un medio de lucha más contra las plagas entre otros muchos, como puede ser la lucha biológica, la mejora genética de las plantas, la biotecnología, etc.

 

Que es la protección integrada

La primera definición es la que da la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en 1967 y dice así:

“La protección integrada es un sistema de protección contra los enemigos de los cultivos que tiene en cuenta la dinámica poblacional de las especies de organismos involucradas y que utiliza todos los medios y técnicas apropiadas a su alcance de la forma lo más compatible posible con el fin de mantener los niveles poblacionales de las plagas a un nivel lo suficientemente bajo como para que las perdidas económicas ocasionadas sean asumibles”.

Ya más recientemente la UE a través de la Directiva 91/414/CEE relativa a la comercialización de productos fitosanitarios la define como “la aplicación racional de una combinación de medidas biológicas, biotecnológicas, químicas, de medidas culturales y de selección de material vegetal encaminadas a que la utilización de productos fitosanitarios de origen químico se límite al mínimo necesario para mantener la población de la plaga en niveles inferiores a aquellos que causarían daños o pérdidas inaceptables desde un punto de vista económico”.