Huertos urbanos:
Introducción
El huerto urbano es una magnífica forma de cultivar tus propias verduras si vives en la ciudad. Los huertos urbanos se comenzaron a popularizar en la segunda guerra mundial produciendo en las ciudades de Estados Unidos hasta el 40 % de los alimentos de origen vegetal. El cultivar nuestra propia verdura sabiendo qué es lo que estamos consumiendo y como ha sido producido está muy valorado hoy en día. También es un hobby apasionante, desestresante y educativo para los más pequeños. Han sido fundamentales y son fundamentales durante momentos difíciles en que los alimentos escasean, de hecho, la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo, dejaba claro que el camino para avanzar hacia la erradicación del hambre en el mundo es pasar de una agricultura industrial a un modelo basado en el desarrollo rural y en el protagonismo de la agricultura ecológica y local.
Un huerto urbano es equiparable a un huerto en el jardín; se trata de espacios cubiertos o no para el cultivo de hortalizas y frutas a escala doméstica. La calidad de los productos obtenidos en nuestro huerto es igual e incluso superior a la de los productos que podemos adquirir en fruterías y grandes superficies.
Las hortalizas son de mucha importancia para la alimentación y buena nutrición de nuestra familia, sus hojas, frutos, raíces, tallos y flores son consumidos para satisfacer las necesidades de nuestro organismo, por su alto contenido de minerales, vitaminas y proteínas que contribuyen a mejorar y mantener la buena salud. Nosotros nos vamos a centrar en un grupo de hortalizas fáciles de cultivar en macetas o en terrarios.
El semillero.
Lo primero que debemos de solventar es como surtirnos de planta para nuestro huerto. A diferencia de lo que pasa con las ornamentales que existen viveros y tiendas online que te venden la planta directamente, en el sureste español existen viveros de hortícolas (se les conoce como SEMILLEROS) pero su negocio no es vender al por menor. Ciertos viveros de plantas ornamentales se surten de algunas bandejas de hortícolas en ciertos periodos del año (principios de primavera y principio de otoño) pero si queremos asegurarnos un suministro continuo de planta deberemos tener nuestro propio semillero y para eso existen en el mercado un amplio surtido de semillas de todo tipo y variedad de hortalizas.
Con nuestro propio semillero nos planificaremos para tener verdura fresca todo el año; solo necesitaremos unas bandejas de semillero y sustrato.
El manejo del clima del semillero es determinante para un óptimo desarrollo de nuestras plantas y además es la principal herramienta de defensa contra plagas y enfermedades. El óptimo de temperatura está entre 20-25ºC y un 60-70 % de humedad relativa. Mi consejo es que el que pueda y tenga una habitación, buhardilla, cochera, etc., en la que pueda poner, por ejemplo, un equipo de iluminación de bombillas de sodio de 600 vatios se asegura una germinación y crecimiento de la planta en un periodo de tiempo constante durante todo el año; el ciclo de las plantas se acorta con los días largos y cálidos y se alarga en invierno. Os enseño el equipo que tengo yo en un cobertizo de madera.
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Si no disponéis de espacio existen en el mercado semilleros eléctricos que controlan la temperatura, humedad y ventilación; lo único que no aportan es la iluminación luego deberemos ubicarlos donde reciba luz.
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Un tercer sistema más de andar por casa para recrear las condiciones idóneas de germinación consiste en cubrir la bandeja de semillero con film de plástico transparente, realizando algunos agujeros en el film para garantizar el intercambio gaseoso.
Existen varios tipos de bandejas de semillero con diferente número y tamaño de alveolo; cuanto menor sea el número de alveolos, más tiempo puede estar la planta en el semillero, obteniéndose como resultado una planta de mayor porte.
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Prepararemos nuestro sustrato para semillero que puede ser perfectamente 60% turba rubia o fibra de coco, 20% humus de lombriz y 20% perlita. El primer paso será rellenar los alveolos de la bandeja con el sustrato dejándolo medio centímetro por debajo del borde para que el agua no escurra. Realizaremos un pre-riego de plantación hasta saturar el sustrato y lo dejaremos escurrir. Haremos un agujero con un palito y meteremos la semilla a una profundidad de entre un cuarto de centímetro a medio centímetro (semillas más grandes más hondas y viceversa) y rellenaremos con sustrato el hueco y humedeceremos con un pulverizador. Si todo lo hemos hecho bien las plantas deben germinar en 5-7 días. Para evitar fallos de nascencia pondremos dos semillas en cada alveolo y si salen las dos plantitas eliminaremos la más débil.
Al principio deberemos regar con un pulverizador para evitar arrastres de sustrato y consecuentemente de semillas. No dejaremos que la superficie del sustrato se seque.
No empezaremos a abonar hasta 10-12 días después de la germinación y lo haremos con una solución completa pobre en nitrógeno y rica en fosforo. Al principio la planta se nutrirá de las reservas de los cotiledones.
Al ser esta una fase muy delicada para las plantas nos aseguraremos de:
- En verano regar por la mañana o por la tarde y en invierno a medio día. Con esto conseguimos que la temperatura del agua no dañe la raíz.
- La conductividad eléctrica no pasara de 1,8 dS/m en la solución de fertirrigación.
- El pH de a solución de fertirrigación estará entre 5,5-6,5.
- Aportar la luz idónea; un exceso de luz en esta fase puede ser fatal para las plantitas.
El trasplante.
Dependiendo de las condiciones en las que se haya desarrollado nuestro semillero, las plantas tienen que estar listas para el trasplante en 25-35 días (según especies trasplantaremos cuando hayan emitido la 3ª o 4ª hoja sin contar los cotiledones).
El trasplante es una situación de estrés ya que en la naturaleza nunca sucede que alguien o algo saque una planta de un emplazamiento para ubicarla en otro; es una acción contra natura. Para minimizar los efectos negativos a la planta seguiremos las siguientes indicaciones: una semana antes del trasplante reduciremos el aporte de agua a la planta para que sufra una pérdida de humedad y endurezca sus tejidos; con ello conseguimos que sean más resistentes a las condiciones de su nuevo entorno de vida. Una plántula con mucha humedad presenta raíces muy acuosas y poco desarrolladas, mientras que una que tuvo un déficit hídrico tiene raíces más desarrolladas al haber tenido que esforzarse más para conseguir el agua. A la misma vez que disminuimos el agua cambiaremos el abono a una solución nutritiva pobre en nitrógeno y rica en fósforo. Cuando las plantas empiezan a estar listas para trasplante, una o dos semanas antes se deben sacar de su sitio de crecimiento y llevar las bandejas, paulatinamente, a lugares cada vez más parecidos al sitio de trasplante definitivo; por ejemplo, pasando de sombra a semi-sol, hasta alcanzar el sol directo antes de trasplante. Una vez aclimatadas se puede proceder al trasplante.
En cuanto al recipiente, yo recomiendo macetas de 5 a 10 litros para tomate, pepino, pimiento, berenjena y plantas similares, y para lechuga y rábanos bandejas que ya existen en el mercado a las cuales realizaremos unos agujeros para garantizar el drenaje si no los tuvieran.
Rellenaremos las bandejas con sustrato y saturaremos con una solución de fertirrigación equilibrada de macros y micros, con una relación N/K de 1,7-2. Dejaremos drenar. Dos o tres horas antes del trasplante regaremos la bandeja de semillero para que sea más fácil sacar la planta y sacaremos la planta del alveolo de la bandeja con cuidado de no romperla; si encontramos resistencia nos podremos ayudar de un pequeño cuchillo o una cuchara para hacer palanca al cepellón por uno de los lados. Realiza un agujero igual al volumen del cepellón e introduce la planta en el nuevo sustrato.
La operación de trasplante es mejor hacerla a primera hora de la mañana o última de la tarde con clima bonancible, y a media mañana en invierno, para evitar daños por calor o frío.
Una vez las plantas trasplantadas las ubicaremos en un sitio a semisombra y protegidas del viento hasta que arraiguen en el nuevo sustrato. Mantendremos el sustrato húmedo, pero no encharcado.