
El final del verano trae consigo un cambio en el comportamiento de las plagas del huerto y del jardín. Tras semanas de calor intenso, las plantas están más debilitadas y vulnerables, y algunas plagas encuentran el ambiente perfecto para multiplicarse. En este artículo veremos cuáles son las plagas más comunes a finales de agosto, cómo reconocer sus síntomas y qué medidas tomar para proteger nuestras plantas.
¿Por qué aumentan las plagas al final del verano?
El final del verano suele coincidir con un repunte de plagas en el huerto y el jardín. Tras semanas de calor intenso, las plantas entran en un estado de estrés que debilita sus defensas naturales. Al mismo tiempo, la humedad nocturna, procedente del riego o del rocío, crea un ambiente ideal para la proliferación de hongos e insectos.
Los ciclos biológicos de muchos insectos también se aceleran con las altas temperaturas. La araña roja, por ejemplo, completa varias generaciones en poco tiempo, lo que provoca un aumento muy rápido de sus poblaciones. A ello se suma que, a estas alturas del año, los huertos suelen estar más frondosos: hay más hojas, brotes tiernos y frutos que sirven de alimento y refugio para las plagas. Todo ello explica por qué finales de agosto y septiembre son momentos críticos en la protección de los cultivos.
Principales plagas de final de verano y cómo reconocerlas
Araña roja (Tetranychus urticae)
La araña roja es un ácaro diminuto que ataca especialmente a hortalizas como tomate, pimiento o pepino, además de a plantas ornamentales de hoja fina. Sus síntomas son muy característicos: las hojas adquieren un tono amarillento con pequeños puntitos claros y, en infestaciones más graves, aparecen telarañas finísimas en el envés. Para controlarla resulta útil aumentar la humedad ambiental, ya que no tolera bien la humedad elevada, y aplicar acaricidas específicos. También es recomendable evitar abonados excesivos con nitrógeno, que favorecen su desarrollo.

Trips (Frankliniella spp. y Scirtothrips dorsalis)
Los trips son pequeños insectos que succionan la savia y provocan manchas plateadas en las hojas. Además, dañan brotes jóvenes y flores, lo que reduce la calidad de la cosecha. Se encuentran con frecuencia en pimientos, berenjenas, ornamentales y también en cultivos de cannabis. Su control combina métodos preventivos y curativos: las trampas adhesivas de color azul ayudan a detectar y reducir poblaciones, mientras que los tratamientos con insecticidas selectivos y la rotación de productos evitan que se desarrollen resistencias.

Mosca blanca (Bemisia tabaci y Trialeurodes vaporariorum)
La mosca blanca es otra de las plagas recurrentes en verano, especialmente en tomates, cucurbitáceas y ornamentales de interior. Se reconoce fácilmente por la melaza pegajosa que dejan en las hojas, la cual favorece el desarrollo de negrilla (un hongo negro) y termina debilitando a la planta. Los síntomas incluyen amarilleo generalizado y pérdida de vigor. El control pasa por colocar trampas cromáticas amarillas, mantener una buena ventilación en invernaderos y aplicar tratamientos preventivos antes de que la plaga se dispare.

Pulgones
Los pulgones son quizá la plaga más conocida por agricultores y jardineros. Estos insectos se concentran en brotes tiernos, provocando deformaciones y enrollamiento de hojas. También excretan melaza, que atrae hormigas y fomenta la aparición de negrilla. Su presencia es muy generalizada en hortícolas y ornamentales. Para combatirlos conviene fomentar la presencia de enemigos naturales como mariquitas y crisopas, así como recurrir a tratamientos suaves a base de jabón potásico o extractos vegetales, que resultan efectivos sin dañar el cultivo.

Mildiu y oídio
Además de insectos, los hongos oportunistas como el mildiu y el oídio encuentran condiciones favorables en esta época. El mildiu produce manchas grisáceas y necrosis en los tejidos, mientras que el oídio forma un polvo blanco en el envés de las hojas. Cucurbitáceas, vid y rosales son especialmente sensibles. La prevención es la clave: riegos localizados en la base de la planta para evitar mojar hojas, una buena ventilación que reduzca la humedad relativa y la aplicación de fungicidas preventivos permiten mantener a raya estas enfermedades.

Estrategias de control y prevención
La mejor manera de evitar problemas graves al final del verano es la combinación de medidas preventivas y un seguimiento constante de los cultivos. Inspeccionar las plantas dos veces por semana, prestando especial atención al envés de las hojas, permite detectar las plagas en sus primeras fases. Mantener un riego equilibrado, sin encharcamientos ni periodos largos de sequía, reduce el estrés de las plantas y les ayuda a mantener sus defensas.
El sombreo parcial y una correcta ventilación son fundamentales para disminuir la temperatura y la humedad en exceso, dos factores que favorecen tanto a plagas como a enfermedades fúngicas. Además, el uso de bioestimulantes y extractos de algas contribuye a reforzar el sistema inmunológico vegetal con un impacto ambiental mínimo. En Fertihouse ofrecemos soluciones de nutrición y bioestimulación que ayudan a las plantas a reforzar sus defensas naturales frente a plagas y enfermedades, reduciendo así la necesidad de tratamientos más agresivos.
Finalmente, es importante recordar que los productos fitosanitarios deben aplicarse de forma responsable y siempre rotando materias activas, con el fin de evitar la aparición de resistencias.