Cannabis manicurado

El manicurado del cannabis es un paso clave tras la cosecha, pues determina la apariencia, la conservación de aromas y la calidad final de los cogollos. Consiste en recortar tanto las hojas grandes como las pequeñas cubiertas de resina —conocidas como sugar leaves— para dejar la flor lista para el secado y posterior curado. Ahora bien, surge la gran duda: ¿conviene hacerlo en húmedo, justo después de cortar la planta, o en seco, tras un primer secado de las ramas?

Diferencias entre el manicurado inmediato y el diferido

El manicurado en húmedo se realiza inmediatamente después de la cosecha, cuando los cogollos aún están frescos y las hojas se mantienen erguidas. Es un método rápido y práctico, especialmente útil en climas húmedos o cuando se manejan grandes volúmenes de producción. Entre sus ventajas destacan la facilidad de corte, la reducción del riesgo de hongos y un secado más veloz. Sin embargo, también presenta inconvenientes: se pierde más resina al manipular cogollos tiernos, el secado puede acelerar en exceso y el resultado, si no se controla bien, tiende a sabores más “verdes” y menos complejos.

Por el contrario, el manicurado en seco se lleva a cabo tras un primer secado de 7 a 10 días a temperatura y humedad controladas. Aunque recortar las hojas secas es más laborioso —ya que se pegan al cogollo y demandan más precisión—, los beneficios son notables: mejor conservación de tricomas, cogollos de aspecto más compacto y un aroma más intenso después del curado. Eso sí, requiere paciencia, espacio adecuado y vigilancia constante para evitar problemas de hongos durante el secado inicial.

En términos generales, el manicurado en húmedo se asocia a rapidez y practicidad, ideal para producciones grandes o ventas rápidas. El manicurado en seco, en cambio, está más vinculado a la calidad premium y es el preferido de los cultivadores que buscan maximizar sabor, potencia y conservación de terpenos.

Cómo elegir el método adecuado

El clima es uno de los factores más determinantes. En ambientes húmedos conviene apostar por el manicurado en húmedo, ya que reduce la probabilidad de aparición de botritis. En zonas secas, en cambio, el manicurado en seco ofrece mejores resultados y permite conservar al máximo las propiedades de la flor. También influye el tipo de producción: en cultivos personales, donde prima la calidad, el método en seco suele ser la mejor opción; mientras que en cosechas comerciales a gran escala, la rapidez del manicurado en húmedo resulta más práctica.

Sea cual sea la elección, es fundamental contar con las herramientas adecuadas: tijeras de precisión para hojas pequeñas, guantes de nitrilo para evitar que la resina se adhiera a la piel, bandejas para recoger restos y, en el caso de grandes volúmenes, máquinas de manicurado (aunque siempre sacrifican algo de calidad frente al corte manual).

Además, conviene evitar algunos errores frecuentes: manipular en exceso los cogollos, ya que provoca la pérdida de tricomas; trabajar en un ambiente con humedad elevada, que dispara el riesgo de hongos; secar demasiado rápido después de un manicurado en húmedo, lo que da lugar a flores ásperas y con sabor verde; o descuidar la limpieza de las tijeras, que acumulan resina y dificultan el corte preciso. Prestar atención a estos detalles marca la diferencia entre un resultado mediocre y un producto de calidad.

No hay que olvidar que los restos del manicurado también tienen valor. Las sugar leaves pueden aprovecharse en extracciones de resina, elaboración de mantequilla cannábica, aceites, comestibles, tinturas o infusiones.

El papel del curado en la calidad final

Más allá del manicurado, el curado es el verdadero punto decisivo para obtener cogollos de alta calidad. Guardados en frascos herméticos durante al menos tres o cuatro semanas, los cogollos desarrollan un perfil aromático más complejo, el humo se suaviza y la humedad interna se estabiliza. Un buen manicurado prepara la flor, pero es el curado el que define la experiencia final de consumo.

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