
El cultivo de cannabis autofloreciente combina rapidez, potencia y discreción, pero también presenta un reto: su fase vegetativa dura apenas unas semanas, lo que limita el tamaño final de la planta y la producción. Con un manejo adecuado, es posible alargar y optimizar esta etapa sin frenar el ciclo automático de floración, logrando plantas más grandes, con mejor estructura y cosechas hasta un 25 % superiores.
Entendiendo la fase vegetativa en autoflorecientes
Las autoflorecientes no dependen del fotoperiodo, sino de su programación genética. Su ciclo vital se desarrolla en fases muy marcadas:
Día 1–20/25: germinación, enraizado y primeras 4–6 hojas verdaderas. Es fundamental apoyar el sistema radicular con bioestimulantes.
Día 20–45: crecimiento vegetativo, etapa de mayor demanda de nitrógeno.
Día 45–75: floración, con mayor necesidad de fósforo y potasio.
Día 75–90: maduración de la cosecha.
La fase vegetativa dura solo 3–4 semanas, según la genética, y es ahí donde el entrenamiento cobra sentido: estimular el desarrollo radicular y el crecimiento lateral antes de la floración es la clave para multiplicar brotes y ramas productivas.

Tamaño de maceta y manejo del riego
El contenedor determina en gran medida el vigor y el potencial de la planta. A mayor espacio para el sistema radicular, más tiempo podremos mantener un crecimiento vegetativo activo antes de que se active la floración automática:
11 L: cultivo rápido, sin LST. Planta compacta y cosecha discreta.
15 L: ideal para entrenamiento ligero (LST, defoliación). Buen equilibrio entre tamaño y facilidad de manejo.
20 L: perfecto para entrenamiento completo. Más ramas, más raíces y más producción.
30–45 L: indicado para invernadero o exterior en otoño. Solo recomendable si tienes espacio y buena oxigenación del sustrato.
En paralelo, el riego debe gestionarse con precisión:
✅ Maceta definitiva desde el inicio, con un sustrato ligero.
✅ Riegos frecuentes pero ligeros, evitando excesos, ya que el agua en exceso frena el crecimiento inicial.
✅ Agua muy aireada o ligeramente oxigenada.
✅ Inoculación de micorrizas o Trichoderma desde el primer riego para mejorar la simbiosis radicular.
Técnicas de entrenamiento de bajo estrés

El secreto está en favorecer un crecimiento lateral y equilibrado sin interrumpir el ciclo genético de la planta. Algunas claves:
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Nutrición inicial: durante las dos primeras semanas mantener la EC en 0,8–1,2. Si el agua base ya tiene EC 0,7, basta un refuerzo ligero de NPK + bioestimulantes como extracto de algas (Eklonia maxima), aminoácidos de bajo peso molecular y ácidos fúlvicos. Productos como Fertihouse Kelp, Fertihouse Organium y Fertihouse Crecimiento Vegetativo son buenas opciones.
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Low Stress Training (LST): a partir del día 15–18, cuando la planta tiene 3–4 nudos, doblar suavemente el tallo principal hacia un lateral, sin partirlo. Es esencial hacerlo con la planta bien hidratada, ya que el agua da elasticidad a los tejidos. Después se fijan los brotes secundarios, abriendo la estructura de la planta y evitando la dominancia apical.
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Defoliación progresiva: desde el día 25 o al inicio de la floración, retirar hojas grandes que bloqueen la luz de los brotes. Nunca más del 10–15 % del follaje en una sola sesión. Es preferible hacerlo de manera gradual, para no debilitar a la planta. Además de mejorar la penetración de la luz, la defoliación favorece la ventilación interna.
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Control ambiental: en exterior, la bajada nocturna a unos 12 °C en otoño estimula la producción de antocianinas (colores morados), contribuye a cogollos más compactos y retrasa ligeramente la floración, lo que permite un poco más de crecimiento vegetativo.
En cambio, las técnicas de alto estrés como topping, FIM o mainlining no son adecuadas: las autos no tienen tiempo suficiente para recuperarse antes de iniciar la floración, lo que reduce el rendimiento.
Resultados y conclusiones
Un entrenamiento adaptado a la genética autofloreciente permite alargar de manera natural la fase vegetativa sin frenar el ciclo, mejorar la ventilación, distribuir mejor la luz y aumentar el número de cogollos principales.
El resultado puede ser hasta un 25 % más de producción sin alterar el calendario de cosecha.
En definitiva, el cultivo de autoflorecientes no está reñido con la productividad. Con una maceta amplia, nutrición progresiva, LST bien aplicado y defoliación ligera, se aprovecha al máximo el potencial de las genéticas modernas, combinando rapidez, calidad y rendimiento.
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