
¿Te imaginas un único árbol capaz de dar melocotones, albaricoques, ciruelas, cerezas y nectarinas? No se trata de un experimento de laboratorio ni de una historia de ciencia ficción. Es una realidad viva y sorprendente que une tradición agrícola, arte contemporáneo y biodiversidad. Te presentamos el fascinante árbol Frankenstein, un ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando el ingenio humano se pone al servicio de la naturaleza.
Un solo árbol, múltiples frutos: ¿cómo es posible?
Detrás de este árbol extraordinario se encuentra Sam Van Aken, artista y profesor universitario, quien ha logrado combinar hasta 40 variedades diferentes de fruta de hueso en un solo ejemplar. Lejos de tratarse de una manipulación genética, esta proeza se basa en una técnica ancestral: el injerto.
El injerto es un procedimiento agrícola que consiste en unir partes de diferentes plantas —habitualmente una rama o yema de una variedad y el tronco de otra— para que crezcan como una sola. En el caso del árbol Frankenstein, Van Aken utiliza un árbol base (generalmente un ciruelo resistente) y le incorpora ramas jóvenes —llamadas púas— de distintas especies del género Prunus, como melocotoneros, albaricoqueros o nectarinos.
Cada rama injertada conserva su identidad genética, lo que le permite florecer y fructificar según su propio calendario. El resultado es un árbol que, en primavera, estalla en una mezcla espectacular de colores y formas, y en verano ofrece una cosecha variada, escalonada y abundante. Este proyecto, que comenzó como una forma de arte, se ha convertido también en una herramienta de conservación: muchas de las variedades utilizadas están en peligro de desaparecer debido a la estandarización del mercado frutal.

El arte de injertar: tradición y paciencia
Crear un árbol Frankenstein no es tarea sencilla. Requiere paciencia, precisión y un profundo conocimiento del desarrollo vegetal. Van Aken ha perfeccionado técnicas como el injerto de hendidura, el injerto en parche o el chip budding, todas habituales en el viverismo profesional.
Cada injerto debe realizarse en el momento óptimo, habitualmente a finales del invierno o principios de primavera, y con condiciones de limpieza y alineación muy estrictas. La parte más delicada del proceso es el contacto entre los cambiums (la capa verde bajo la corteza), ya que de su correcta unión depende que el injerto prospere. Tras ello, se protege con cinta especial y, opcionalmente, se cubre con pasta cicatrizante.
Aunque el nombre “Frankenstein” pueda parecer algo siniestro, se utiliza de forma simpática para describir esta mezcla asombrosa de frutos en un solo organismo vegetal. En realidad, el árbol Frankenstein es más una escultura viva que una criatura artificial: una obra que crece, cambia y se adapta, al mismo tiempo que educa sobre botánica, genética vegetal y sostenibilidad.

Cómo empezar tu propio árbol multivarietal
¿Es posible crear un árbol Frankenstein en casa? La respuesta es sí, aunque requiere constancia y algo de experiencia. Cualquier aficionado a la jardinería puede iniciarse en el mundo del injerto si dispone del material adecuado y elige especies compatibles. Los frutales del género Prunus —melocotonero, ciruelo, albaricoquero, nectarino o almendro— son ideales para comenzar.
Se recomienda empezar con un árbol base saludable y añadir solo dos injertos en el primer año, para facilitar el seguimiento. Etiquetar correctamente cada variedad es fundamental, ya que con el paso del tiempo puede ser difícil recordar qué rama corresponde a cada fruta. El proceso se puede repetir cada temporada hasta alcanzar un árbol verdaderamente diverso, capaz de ofrecer fruta durante varios meses.
Ahora bien, no hay que olvidar que un árbol multivarietal exige cuidados específicos, especialmente en lo que respecta a la nutrición. Cada variedad tiene sus propias necesidades y, al convivir en un solo árbol, el equilibrio nutricional se vuelve crucial.
¿Cómo hacer un injerto básico?

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Fertihouse Crecimiento Vegetativo: estimula la brotación y el desarrollo inicial de hojas y ramas. Ideal en primavera.
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Contar con un plan de fertilización adaptado no solo mejora el rendimiento del árbol, sino que prolonga su vida útil y fortalece su resistencia ante plagas o desequilibrios.